“Un día perfecto”: generaciones corrieron por la Escuela Normal

“Un día perfecto”: generaciones corrieron por la Escuela Normal

La maratón que se había pospuesto en mayo finalmente se llevó a cabo ayer, con cientos de participantes, miles de recuerdos y mucho cariño hacia la emblemática institución educativa.

CELESTE Y BLANCA. La pechera que usaron los participantes, tenía el logo de los 150 años de la institución.

Aunque estaba prevista para mediados de mayo, el clima obligó a posponerla. Y quizás fue mejor así, porque este domingo 8 de junio, el cielo de San Miguel de Tucumán regaló un tímido sol que acompañó a cientos de personas en una jornada en la que más que una maratón, se vivió otro gesto de amor con la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas “Juan Bautista Alberdi”.

La institución continuó celebrando sus 150 años de historia con una jornada que unió cuerpos en movimiento y memorias compartidas. Desde las 9 de la mañana, la esquina de Muñecas y Mendoza – a metros de la entrada principal del histórico edificio- comenzó a poblarse de camisetas, bicicletas, pañuelos, mate cocido y risas.

Las profesoras de Educación Física encabezaron una entrada en calor que puso a tono a grandes y chicos. Y luego, sin cronómetros ni medallas, comenzó la travesía hacia el Palacio de los Deportes, en pleno Parque 9 de Julio.

Corriendo, caminando o pedaleando, alumnos actuales, egresados, docentes, familias y vecinos tomaron las calles de la ciudad para honrar a una escuela que, como repiten muchos de sus estudiantes, “es una segunda casa”. A lo largo del recorrido, el entusiasmo se multiplicaba con aplausos espontáneos, niños con banderas y hasta alguna lágrima contenida.

“Fue un día perfecto”, sintetizaron Melanie Montalván y Sofía Luna, alumnas de sexto año. “No sólo porque salió todo bien, sino porque sentimos que estábamos reunidos por todo lo que la escuela significa para nosotros. Es un lugar donde se forman vínculos para toda la vida”, afirmaron.

En la llegada, los abrazos reemplazaron a las marcas de tiempo. Frutas frescas, como bananas y naranjas, junto a botellitas de agua esperaban a los participantes, que ingresaron al Palacio de los Deportes entre aplausos, abrazos y música.

ESCENARIO. Hubo música y sorteos al final del ejercicio físico.

Todo finalizó pasada las 15, y a las jóvenes ya se les notaba el cansancio de un día agitado. No obstante, aún a esa hora de la siesta no se apagaba el entusiasmo de un día cargado de emociones, y de un cierre perfecto para un aniversario especial.

Generaciones unidas

A las 11, con las tribunas colmadas, comenzó la verdadera fiesta: mates compartidos, galletitas que pasaban de mano en mano, empanadas, pebetes y la emoción a flor de piel.

Uno de los momentos más emotivos fue cuando sonó el himno escolar. Cientos de voces se alzaron al unísono, mientras pañuelos blancos se agitaban en el aire y los brazos se entrelazaban entre generaciones. Abuelos exalumnos cantaban junto a nietos que hoy recorren esos mismos pasillos, padres que quedaron prendados del espíritu de su comunidad educativa, ayer pudieron compartir ese lazo con las nuevas generaciones.

Luego llegaron los sorteos, con más de mil números participando, y los espectáculos musicales a cargo de Joaquín Parolo, Dúo Nosas, Cecilia Paliza. La particularidad es que todos ellos fueron egresados que no quisieron dejar de celebrar al lugar donde aprendieron a leer, a escribir, y donde también empezaron a cantar sus primeras notas.

El gran cierre de La Waifai, que hizo bailar a toda la familia normalista, desde el primer grado hasta los jubilados.

La maratón, organizada por la escuela con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, fue mucho más que una actividad física. Fue una postal viva del sentido de pertenencia que despierta una institución que, a lo largo de siglo y medio, formó generaciones enteras y dejó huellas en miles de vidas.

Y como todo lo importante en la vida, no se trató de llegar primero. Se trató de hacerlo juntos.

Camino recorrido

La maratón fue uno de los momentos más vibrantes, pero no el único. Las celebraciones por el siglo y medio de historia de la Escuela Normal comenzaron semanas atrás y dejaron postales igual de emotivas.

El viernes 24 de mayo, en la víspera del aniversario, se realizó una cena de gala con personal docente, jubilados y egresados que volvieron -con memorias y alegría- al lugar que los formó.

Esa misma noche, en la puerta de la esceual se vivió gran emoción con una vigilia convocada por integrantes de la comunidad normalista. Con cantos, luces y aplausos, se recibió el cumpleaños número 150 a la medianoche, como si se tratara del de una madre querida.

El 25 de mayo, en coincidencia con la fecha patria, se organizó una concentración en plaza Independencia y una marcha hasta la escuela. Allí se realizó un abrazo simbólico al edificio histórico, seguido por un almuerzo a la canasta, con puestos de comidas, bebidas y un homenaje sentido a egresados ilustres.

Por la tarde, a las 19, se celebró una misa en acción de gracias en la Catedral, reforzando el espíritu de comunidad y gratitud.

El domingo 26, el edificio volvió a abrir sus puertas para una visita que cruzó miles de kilómetros para poder estar presente: el embajador de Francia en Argentina, Romain Nadal.

El diplomático dialogó con docentes y autoridades, y celebró los profundos lazos culturales, educativos y políticos que unen a Tucumán con el país galo. Fue un gesto que honró el perfil internacional de la institución y su compromiso con una formación abierta al mundo.

Así, entre caminatas, himnos, vigilias, abrazos y música, la Escuela Normal volvió a demostrar que más que un establecimiento educativo es un punto de encuentro, una memoria viva y una casa común.

Comentarios