Cuando un equipo que practica un deporte en conjunto inicia un recambio, pueden darse dos opciones: que sea por necesidad o como una evolución natural. La primera es preocupante; la segunda, saludable, y es la razón por la que se produce en la Scaloneta. La transformación no es anacrónica. No es que los experimentados estén fuera del nivel necesario para competir oficialmente. Expuesto de manera sencilla: el DNI es el que envía una advertencia —apenas— de renovación. Una de las maneras más sanas de cerrar un ciclo en un deporte como el fútbol, sin los conflictos que pueden causar los malos resultados ni las crisis internas que muchas veces desgastan procesos prolongados y exitosos.
Así avanza la transición, en tiempo y forma, de la Selección Argentina. Todo comandado por Lionel Scaloni. Y aunque suene reiterativo, siempre será necesario recordar aquel cuestionamiento que se le hacía cuando quedó a cargo del equipo. “No dirigió en ningún otro equipo” era el dato, naturalmente negativo, pero que con perspectiva quedó en el olvido.
Ahora es el momento de hacer el trabajo adecuado, ese que entregue títulos con buen juego. Una combinación que endulzó a jugadores, cuerpo técnico, hinchas, patrocinadores y prensa. Después de ganar dos veces la Copa América, la Copa del Mundo y la Finalísima, es lógico que un ciclo requiera renovación. Tanta es la armonía lograda por Scaloni —quien asumió en un ambiente convulsionado— que da la sensación de que los jugadores serían capaces de dar voluntariamente un paso al costado, porque el sistema no depende de nombres. Esto abre espacio a nuevas caras, piernas frescas y energías que tienen como espejo a la generación más exitosa del fútbol argentino.
El panorama para ese recambio natural es más que cómodo: la Selección ya está clasificada al Mundial que quiere volver a ganar. Entonces, el banco de pruebas admite todo: jugadores del fútbol argentino, de otras ligas, e incluso evaluar a quienes llegarían con lo justo al torneo que comenzará en junio de 2026. También habrá que tomar la decisión más difícil: dejar jugadores fuera del equipo y abrir el juego a especulaciones sobre quiénes serán los destacados dentro de los 370 días que faltan para el Mundial.
Por eso se repetirán convocatorias como la de Mariano Troilo, defensor de Belgrano, citado casi con el avión en la pista de aterrizaje. Ante Chile no estuvo ni en el banco de suplentes —es verdad—, pero sí entre los 28 convocados. Troilo volvió a ser citado para el duelo del martes ante Colombia. Quizás no debute. ¿Qué busca Scaloni con este tipo de experiencias? La respuesta se lee entre líneas a partir de lo que contó en las últimas horas. Ante la pregunta de qué le dijeron a Franco Mastantuono durante la semana de trabajo, sorprendió con su respuesta: “Casi no le hablamos, sinceramente, porque siempre para un chico de esa edad las primeras experiencias son increíbles y, a lo mejor, si te habla el entrenador, te ponés todavía más nervioso”. Era casi una fija que el jugador de River sumaría minutos en alguno de los dos partidos y entraría en la historia como el jugador más joven en vestir la camiseta de la Selección, con apenas 17 años. “Leer” al jugador fuera del campo también es una de las virtudes que caracteriza a Scaloni. “Tiene un gran futuro. Él ayudará a que seamos un equipo todavía más fuerte”, dijo.
Si Troilo no llega a jugar, la pregunta correcta no será por qué no, sino para qué no. O mejor: para qué fue citado. La posible permanencia de las estrellas en el Mundial 2026, como Messi o Rodrigo De Paul, no es una locura. Tomando como ejemplo a Troilo, este es un buen momento para tener contacto con el entorno y reducir el impacto emocional de compartir equipo con jugadores que marcaron una era. Lo mismo ocurrió con esos seis minutos que jugó Mastantuono, también entre los citados para enfrentar a los colombianos.
Si bien la teoría respalda el plan de recambio, también la práctica acompañó con buenos resultados. “‘Nico’ Paz había tenido una paralítica, le dolía, preferimos no arriesgar. Leo iba a entrar más tarde, pero adelantamos el cambio”, detalló Scaloni. Todo está tan medido que una modificación sobre la marcha en el plan no perjudicó en absoluto. Otra fortaleza, que —analizada con más profundidad— resulta aún más positiva: los minutos extra que no estaban contemplados para Messi los absorbió sin inconvenientes. Incluso, fue él quien se ofreció a jugar más de lo previsto para mantener el ritmo competitivo.
Considerando que esta doble fecha de Eliminatorias es el comienzo del recambio, el primer ensayo fue exitoso. Se viene el segundo.